Yo: Fran, ¡muy buenas! La virgen que bicho os habéis marcado.
Fran: Hola guapo, muchas gracias. La verdad es que estamos contentos.
Yo: No, no tío, me esperaba algo muy ácido y duro. Esto está por encima de mis expectativas, ¡chapeau!
Fran: Me alegro…
Y a partir de ahí sigue una conversación que no os interesa, pero amena y tal.
Francesc Ortiz es un buen amigo, otro de los culpables de lo que al vino soy hoy en día. Uno de los ex Lavinia de Barcelona. Ahora trabaja en Marídame, además lleva no sé qué parte comercial o lo que sea de Maria Rigol Ordi. Una bodega dedicada al cava, que ha vuelto a resurgir por parte de la familia. Desde hace un tiempo se han centrado en hacer microtirajes, vinos de una sola tirada limitada. Seleccionan un vino base y a partir de ahí empieza un trabajo para acabar en estos microtirajes. El primero salió el año pasado, un vino que coupageaba dos macabeus y un xarel·lo de parcelas diferenciadas. Ahora este es un monovarietal de xarel·lo. Varietal del que en Catalunya, cada vez más, se están haciendo vinos de un perfil exquisito. Para alegría de todos los consumidores, claro está.
El bicho este se caracteriza por un amarillo pajizo de burbuja finísima, rápida ascensión y que provoca una galaxia en la copa. Fragancias dulzonas y elegantes, pastel de manzana, plátano frito, bollería, mantequilla fundida en la tostada, membrillo, cítricos maduros e hinojo y un toque a flores blancas aportando algo de frescura. Boca de paso hiper cremoso, burbuja integrada, sedosa, seductora. Manzanas crujientes, peras maduras, floral con punto goloso de bollería. Increíble expresión varietal, enorme acidez, fondo herbáceo muy discreto. Uno de los espumosos más elegantes que he probado en mucho tiempo.
Sin lugar a dudas un espumoso a comprar y guardar alguna botella. Felicidades chicos, felicidades Fran.