Es xarel·lo vermell, o xarel·lo rojo en castellano. Es el outsider de la familia y quizás por eso, uno de los vinos más personales de Edu. Eduard Pié de Sicus Celler. Un vino que parece rosado por culpa de su varietal. Un vino que es blanco, también es culpa de la uva. Un vino que es único, esto es en parte culpa de el varietal y de Edu. Cambiante añada tras añada, evoluciona y toma un carácter único. Un vino que señala el terruño del Baix Penedès, parte macizo del Bonastre. Un vino mediterráneo, que fija el suelo, se perfuma de flora y trae el mar. Xarel·lo vermell que viste las copas de tardes crepusculares, con esa peculiar luz teñida de rojo, pero con un decidido tono brillante. De sentadas familiares tras el trabajo en el campo, donde el aire transporte los aceites del monte. Espliego, romero y tomillo. La brisa salina del mar saluda con los últimos golpes de viento, mientras das un mordisco a las últimas cerezas de junio. Copa en boca y aligeramos el cansancio, alegramos las papilas. Chispeante y eléctrico. Empieza el tiempo de las ciruelas, de las peras donde clavar dientes hasta las encías. Deleite frutal que deja escapar chorros de placer. Reírse y limpiarse con la manga. Para eso estamos en familia, entre amigos. Mientras alguien deshoja las flores del limonero y la abuela salpimienta las costillas de cordero, que guardaremos a buen recaudo en las brasas que ya le esperan. Espera que no se hace larga o puede que se puede alargar lo que se quiera, pues tenemos el Mediterráneo alrededor y que van llegando en copas.