Sara Pérez.

Mitología parte 1. Fénix.

Desde tiempos inmemoriales se le otorga al Fénix la capacidad de resurrección. El alzamiento de dicho plumífero de entre sus propias cenizas cada 500 años ha sido y es fascinante desde un punto de vista mitológico. Asociado al sol, al cambio y a la purificación.

Mitología parte 2. Els Escurçons.

Els Escurçons. Esa viña en la montaña. En la Serra alta, ladera que lame el cielo del Priorat. Escarpada pendiente plena de viña que se vio amenazada por el fuego, de la que una parte quedó calcinada y la otra ahogada. Esa ferruginosa altitud con una vista incomparable. Con una garnacha singular. Hace ya tres años el fuego la tocó, ahora con el paso del tiempo vemos como se repara, como renace de sus cenizas. Su vino tiene la impronta del fuego, ahumado y cálido. No dejéis de probarlo, es insólito. Benditas levaduras.

Sara. Pérez de nacimiento y herencia.

El mito. El mito sitúa las cuatro puntas de lanza del Priorat al principio de la escena. René Barbier, Dafne Glorían, José Luis Pérez y Álvaro Palacios. Ahora irrumpen otros. La mitología es muy caprichosa,  siempre ávida de  héroes y leyendas, busca y forcejea consigo misma en el relevo generacional. Sara Pérez es uno de ellos. Es la heredera de Mas Martinet, y junto a René Jr. están llamados a continuar con la punta de lanza de los cuatro. Siempre sonriente, siempre liada. No conozco día en que Sara no esté atareada. No conozco momento tampoco en el que la sonrisa no la acompañe. Disfruta. Hay quien la endiosará, quizás hasta yo en petit comité lo haya hecho. Es una fuerza de la naturaleza. Pero sonríe y disfruta. De su trabajo, de su herencia. Pero ella ya está dejando su huella. En mi opinión no recoge la herencia, porque es mucha carga y no está para eso. Quizás es mucho presuponer. Para mi Sara labra un camino diferente al de su padre. Al de esos cuatro. Su camino es el vino, pero el vino tal y como ella lo siente y entiende. Lo pasó mal con aquel incendio. Incendio que arrasaba parte de su vida, Els Escurçons. La he oído hablar tantas veces de cómo junto a su hermano encontraron esa tierra. Pero prefiero no contaros cómo fue. Es mejor oírlo de su voz, sin manchas, sin florituras, tan sólo con la pasión que ella es capaz de imprimir a esa historia. Pasión es la palabra adecuada para definir su vida. Conozco muchos viticultores, todos y cada uno de ellos comparten lo que Sara explota al cien por cien. Su pasión. Como un druida alquimista, no para de elucubrara nuevas pautas de vinificación. No son solo sus vinos los que viven una constante forma de reinventarse, poco a poco también los son sus viñas. Alma libre e inquieta, intenta siempre aproximarse cada vez más a su forma de entender este mundo. No puedo más que alegrarme, ya que disfruto de ello como amante del vino. Una de las últimas veces que  la visité, hace tres o cuatro años, estaba creando un rosado en La Universal junto a René, hoy un impresionante rosado. Este pasado verano nos dejó probar Els Escurçons de aquel incendio y como no, una novedad, un rancio. Vino de tiempo, vino de paciencia, si me lo permites Sara, no sé si la tendrás, que sí, pero es que como eres tan inquieta, ay…

Epílogo

Bromas aparte, es capaz de eso y más. Su vida va en conjunto a una madurez sensata y medida. Con los pies en la tierra no, con las raíces en la tierra. Sabia sangre del Priorat, transmuta a savia sabia. Pasando ahora del mito del Fénix, al de Cronos. Dios del tiempo, al que los griegos festejan la cosecha en Cronia. Es Sara quien nos festeja con sus añadas, vino tras vino, año tras año, el paso del tiempo guardado en los relojes del tiempo líquido que son sus botellas. Largo tiempo a Sara, a Els Escurçons, a Martinet, en fin, larga vida a todo.

 

P.D: Lo siento Sara, pero la vista aérea de Els Escurçons se perdió en una nube. Cosas de pilotos de Drones y otras historias para aburrir. Mis disculpas.