Ritmo Natural (Parte I)
Intro
Vino natural. Biodinámica. Dejar seguir el curso de las cosas sin la menor intervención. Pero si miramos bien, ya se interviene al plantar. Se interviene al querer hacer las cosas, eso ya es intervención, capricho de uno. Natural. Siguiendo lo que el sentido de la naturaleza impone, su ritmo. El ritmo de las mareas, los ciclos. Esa danza que Selene o Gaia depara a quien les siga. La danza del agua, del sol y el viento. Ritmo.
Al alba, al alba
Si, al alba. Sin nocturnidad ni alevosía. Con premeditación y somnolencia. Las noches de verano tienen eso, que no descansas a veces por el calor o por las noches… En esa precisamente había descansado poco. Es lo que hay. Lo que deparaba ese día bien merecía la pena madrugar. Hacía poco había contactado conmigo Alejandra Delfino, Ale para los amigos. De Vellaterra, el festival, evento, blog y para más gloria, paladines del vino natural. Es gente maja, muy risueña y profesional. Nos teníamos que conocer, por A o por B y quedamos para ir a H2O vegetal. El mega festival del vino natural by Laureano Serres y Joan Ramón Escoda. Si faltaban más ingredientes para no poder negarme, allí nos esperaría Estefano, su pareja y para ir, iríamos con Rubén Parera. Viticultor, enólogo chalado, crack, súper social media y dandi en uno. Uno de mis personajes favoritos, aunque a veces tenga mis más o mis menos con sus vinos. Pero qué quieren que les diga, es un tío genial. Pues en un coche antiguo y desgarbado pusimos camino a Pinell del Brai, (en Google Maps aparece junto a la chancla de Cristo) Ale, Rubén y yo. Nos pegamos unas risas y nos pusimos al día. Estupendo camino entre más que interesantes puntos de vista acerca del vino natural. Y allí que llegamos, a un polideportivo desgarbado al aire libre y lleno de expositores del mundo del vino.
Son muchos los amigos que ahí se reúnen, sobre todo los elaboradores de vino natural. Alguno que otro con intereses puestos en biodinámica, o como no meter tanto químico a su viña también se le ve por ahí… Mucha restauración inquieta o distribuidor con sensibilidades abiertas. Como no, hay guest stars, sí, ahí estaba Pitu Roca junto a un tío que degollaba espumosos machete en mano encima de una tabla de planchar.
California Dreamin’
Pero dejemos a las estrellas en sus barras, aunque sea para planchar vinos y centrémonos en el país de las barras y estrellas. Sí, utilizo esta expresión demodé, al igual que la típica imagen que tenemos de los vinos californianos. Porque allí, en un stand habitaba un joven elaborador californiano. Cliché andante aunque en este caso estático tras un stand, un joven risueño de pelo rubio ondeante al aire, gafas de sol Rayban y look surfer total. Rompiendo olas no, rompiendo moldes en California. Tierra de vinos, la gran mayoría bodegueros casi calcomanías del modelo europeo. Al más puro estilo chateau… aunque hay quien se sale de la norma y otros, como en este caso, sueña más allá. Niccolo Arturo Coturri. Llenos de frescura y fruta. Arturo Coturri es una especie de mini dinastía de bodegueros californianos. Me da la sensación, por lo que entendí, que este chico abre una nueva línea familiar. Sus propios vinos, pero bajo el paraguas de la familia. Sigue los métodos naturales. Sin añadiduras ni florituras. Es sorprendente eso sí, que unos californianos se destapen como la regla a no seguir del viejo mundo. No me lo esperaría nunca, pero claro, este mundillo depara muchas sorpresas y más para las personas que tanto nos gusta presuponer. Tanto es así, que a veces te llevas unos pequeños correctivos a modo de broma. Aún recuerdo cuando le espete en cara que si estaban locos por ir en contra de toda California. A lo que este risueño adonis californiano de Rayban polarizadas me contesto: ¡Fuck them! Carcajeante. Sí, se reía de si mismo, de ellos sin mala baba claro está y como no, de mí. Y porque no lo iban a hacer. Los resultados son impresionantes. Unos tintos geniales, sobresalientes. Una Pinot Noir muy por encima de la media europea. La estupefacción en mi cara y congregantes debe llenarles de satisfacción. Amable y divertido anduvimos un buen rato de charla. No hay que perder de vista a este joven ni a la bodega familiar.
The Model
No menos joven y sorprendente es la siguiente parada. Mi imberbe interlocutor de marmólea piel, alto y espigado, pero sin llegar a esa macilenta personalidad germana. Ojos brillantes, con un gran ímpetu en el intento de establecer un diálogo, nuestras barreras lingüísticas (sobre todo las mías) no impedían su relato con pasión. Parada obligada al ver una riesling y una grüner veltliner vinificadas como naturales. En el país de Mefistófeles, del sulfuro por antonomasia, por necesidad, vinos sin añadido. ¡Pam! Un volantazo para ese cambio de sentido. Aún sigo soñando con el vigor, potencia de esa vibrante grüner, impresionante. El chico, de catálogo Mango, produce posiblemente una de las mejores grüner que he probado hasta la fecha. Martin Wörner es este joven. Entusiasta decidido, me contaron que ha pasado por algunas viñas de Francia para aprender. Ya me gustaría saber por dónde rondó este chico, ya que el buen hacer con estos varietales en lo natural, para mí no tiene precedentes. Buena interpretación de la riesling, mejor y sorprendente de la grüner veltliner. Frutal, floral y fresca, con un paso equilibrado y chispeante. Ya les digo, una de las mejores sorpresas de este certamen. No por eso y como he dicho, el día estuvo exento de ellas.
…(Continua próximamente)