Castores, castores!

Castores, castores!
Los castores son unos animales entrañables del no menos entrañable reino animal. Estos simpáticos animalicos se dedican a talar árboles para crear presas en los ríos. Lo más gracioso es que los talan con los dientes, menos mal que pierden los de leche pronto que sino…

Pero vamos rápidos al quid de la cuestión. Hace más bien poco leí al bueno de Carlos de la Enoarquia el término «castores», para definir el gusto de algunos por los vinos con mucha madera. Hasta ahora yo conocía como mucho “maderazo” al referirse a este tipo de vinos. Claro está, si el vino es maderazo, el bebedor es un castor. En estas, que todo este circunloquio tiene un por qué: el Salón Peñín de Barcelona. Durante todo el tiempo que anduve por el salón (unas dos horas aprox) quedé una cosa constatada. El 80% de los vinos seleccionados tienen un aporte de madera exagerado. Digo aporte por esto mismo. La madera, siempre existente en la barrica, era eso, barrica. Una moda torpe ha empezado en el mundo del vino y encima, con los gustos de algunos prescriptores , se está exagerando.
La barrica tiene como objetivo preservar el vino, aportar una micro oxigenación que permite la oxidación y el consecuente envejecimiento/crecimiento lento del vino. Para ser más claros. Es un medio donde el vino evoluciona hasta el punto deseado por el enólogo. Punto y pelota. Nada más. El efecto colateral de la barrica es el aporte de sus aromas al vino. He ahí que exista una corriente en contra de la barrica, a la cual se acusa de interferir en el vino. Esto es cierto. Pero, (siempre hay un pero) es cierto que se puede de alguna forma controlar o paliar. Una es la utilización de foudres, toneles, cubas, barricas donde el tamaño del vino sea superior al de madera o barricas usadas viejas. Es decir mayor contenido que continente. De esta forma la madera interviene lo mínimo en los aromas, que lo hace, pero poco.
Todo esto a mí me trae bastante sin cuidado. Lo que sí es cierto es que el certamen de Peñin en Barcelona me aburrió. Certamen en el cual la mayoría eran vinos amaderados y sobremadurados en demasié. Exceptuando un magnifico 20%,  además muy diferenciados. ¿Será este el futuro de la guía? ¿O se va a homogeneizar el gusto? No lo sé ni me importa. Lo que sí me importa fue lo que allí encontré y la conversación, que a continuación os transcribo.

Estaba yo dando vueltas cual pulpo en un garaje, que se me acercó un influenser mu majo él y me recomendó con insistencia unos vinos de Rueda. Verdejitos dije yo. No, no, que lo lleva tal y son de fiar. Bueno, pasé un rato sin hacer caso hasta otro encontronazo. Tal volvió a ser la insistencia que no tuve más remedio que ir. Así que llegue al puesto en cuestión:

-Hola.

-Hola…

-Venía a probar sus vinos que bien han tenido a recomendarme.

-Mire usted viene de… de prensa veo. Entonces mejor le pongo la gama alta y dejamos los demás.

-Como vea.

-¿Empezamos por los básicos?

-No, no. Mejor los altos, que veo que son dos, ¿no?

-Sí, sí. Mire, provienen de unas parcelas que (bla, bla, bla) inox e inox con madera.

-¿Inox y madera? Es decir, ¿pasan primero por inox y después por barrica?

– No, no. Le añadimos madera en el inox.

-¿Cómo? Añaden madera al inox… ¿tipo chips?

-No hombre – me dijo desdeñosamente – Le ponemos duelas. Para así aportar la cremosidad de la madera nueva al vino, pero sin estar en un contacto continuo…

No me jodas. Y así, tan ancho se quedó. No cabía en mi asombro. Estaba ante un elaborador, que se jactaba de poner duelas dentro de la cuba de inoxidable del vino. Esto, señores, es la estupidez más grande a lo que nos ha llevado la fiebre de la madera. ¡A hacer el gilipollas! Sí el gilipollas. ¿No queríais madera? Pues tomad dos duelas. Es el colmo de la estupidez. Pasamos de la barrica como recipiente de guarda, a vender el aroma de la madera como algo más del vino, para al final acabar echando literalmente trozos de madera. Esto más que una interferencia es una soberana mamonada. De veras. Qué desespero. Es el símil del chorrito de falso Módena en todo.

En un futuro no muy lejano, veremos una horda de winelovers buscando su trozo de madera cual sobao pasiego para mojar en su copa Riedel. ¡Winebeavers que sois unos winebeavers!

Putos castores.

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